Riga

¿Riga? ¿Qué es Riga? ¿Dónde está eso? ¿Lituania? Ah, no, ¿Letonia? Ah, ¿que no son lo mismo?

Pues Riga, queridos amigos, es uno de los destinos turísticos, sobre todo en Navidad, más infravalorados. Con tan solo tres días ahí pasé de no conocer absolutamente nada sobre ese lugar a terminar gustándome, y mucho. ¡La de cosas que han pasado ahi! ¡La de historia que tiene! ¡Lo bonito que es!

Así que, voy a dar a conocer un poquito esta pequeña y fascinante ciudad.

Riga es la capital de Letonia, que es, de los países bálticos, el que está en el medio, entre Estonia y Lituania.

Por ella han pasado multitud de civilizaciones (¡hubo vikingos!) y ha sido parte de Suecia, de Rusia, de Alemania, y formó parte de la Unión Soviética pero también de la Alemania nazi. Vamos, que tiene un poquito de todo, pero no por ello es menos original o característica que otros lugares.

Los letones tienen su identidad bien definida, y están orgullosos de lo que son y de lo que han conseguido a lo largo de los años. O al menos eso pude deducir por la cantidad de banderas de Letonia que había en las calles y las fotos/monumentos a ciudadanos que habían luchado por ello.

He de añadir que en inglés se dice Latvia, lo cual también descuadra un poco si ya te cuesta diferenciar entre Letonia y Lituania. Nunca está mal tenerlo en cuenta si viajas aquí 🙂

Bueno, pues empecemos con la crónica de este viaje. En principio iba a ser del 5 al 7 de diciembre, pero realmente empezó el 4, cuando el dream team de este viaje (Pedro, Celia y yo) nos fuimos a dormir al aeropuerto de Helsinki, yo aún con la tarta de cumpleaños bajándome por la garganta. Y es que para aprovechar más nuestro paso por Riga nos habíamos cogido vuelos a las 5 am y a las 23 pm el de vuelta. ¿Lo recomiendo? Bueno, no estuvo mal, pero tienes que ir preparado y concienciado de que, tras dormir pocas horas en un aeropueto al día siguiente te vas a patear media ciudad. Nosotros lo gestionamos bastante bien. A Celia y a mi con un bollito de canela o de chocolate para desayunar se nos cura todo, y Pedro supongo que estaba demasiado entusiasmado con el viaje como para pararse a pensar en su cansancio.

El vuelo duró ni más ni menos que 45 minutos, ni un álbum entero me dio tiempo a escuchar de todos los que, histérica de mí, me descargué antes de volar. Nuestro segundo sueño fue en el aeropuerto de Riga, mientras hacíamos tiempo a que fuese una hora más decente para empezar a explorar la ciudad.

Nos alojamos, si se puede llamar así estar de polizón en una habitación, en un hotel en una calle preciosa. La verdad qur toda la ciudad era preciosa, y más en la época del año en la que fuimos. La temperatura era parecida a Helsinki (unos -8 graditos), pero en cuanto a nieve, me pareció que había mucha mucha más en Riga.

Calle donde vivíamos, en frente de la pastelería Rigensis, que era muy antigüa

Durante nuestro primer día vimos muchísimas cosas, prácticamente la mitad de la ciudad. La otra mitad nos la reservamos para el segundo día, y día de museos y souvenirs el tercero y último.

Vimos la casa de los Cabezas Negras (comerciantes alemanes con mucha pasta), el sitio donde se puso el primer árbol de Navidad del mundo (hay pelea con Estonia sobre quién fue el primero), muchos sitios que se llamaban Doms… Lo que más me gustó a mi fue el mercadillo Navideño que estaba en la plaza Dome, enfrente de la Catedral de Riga. Vendían comida navideña de todo tipo, pero lo mejor eran las bebidas. Tienen en Riga una esepcie de poción mágica que llaman Bálsamo Negro. Es una mezcla de vodka con frutas, un poco fuerte para mi gusto, pero no niego lo bien que te viene para el frío, te calienta todo el esófago en dos segundos.

Sitio donde se puso el primer árbol de Navidad
Casa de los Cabezas Negras
Entrada al mercadillo navideño con la Catedral de fondo

Para comer elegimos el Lido. Lo recomiendo muchísimo, es un sitio bonito, acogedor y la comida muy buena y muy barata. Ahí probamos el Kvass (bebida fermentada con un poquín de alcohol), buenísimo.

Conocimos a un amigo al que le contamos nuestros proyectos de ONG en Finlandia y él a cambio nos llevó a un bonito sitio de cervezas con música en directo: Ala Pagrabs, también lo recomiendo. Tenían en este pub una bebida parecida al hidromiel, la cual me pedí sin poner por delante el Kvass, porque una tiene que ser vikinga allá donde vaya.

No me acuerdo bien del todo de que hicimos un día y qué otro, así que haré un poco de mezcla. El que se sabía las rutas y se había estudiado la ciudad de memoria era Pedro. Yo me limitaba a hacer fotos de cada esquina mona que veía y de las estalactitas colgando de los tejados. Es una auténtica pasada.

El segundo día vimos parques, catedrales, la estatua de la libertad (creo que era más bien monumento a la libertad u obelisco de la libertad, me hago un lío) y la tarta de cumpleaños de Stalin (edificio con forma de tarta de pisos que regaló Stalin a esta ciudad durante la época soviética).

Tarta cumple Stalin

Otros de los sitios que frecuentamos fueron los hoteles, que el nuestro no estaba nada mal, pero eso de entrar en hoteles caros, sentarse en sus amplios sofás, robar la wifi y las galletas del mostrador y oler los perfumes que se echa la gente es una actividad de ocio para muchas….celia, ejem, qué? Nada.

Homenaje a la libertad
Pedro y Celia en Narnia, digo en uno de los parques de Riga
Catedral ortodoxa de Riga

Uno de los sitios (el único) que acabé odiando un poco fue un café que la primera vez que lo vimos nos pareció cuco. Se llamaba «el café más romántico y más escondido». Pero la broma dejó de hacer gracia cuando nos encontrábamos este sitio en cada esquina porque resulta que tenía mínimo tres puertas que daban a distintas calles, osea que el más escondido ya os digo yo que no era, ni el más barato desde luego. Si era romántico o no lo tendréis que descubrir vosotros cuando vayáis.

Como he dicho antes, por Riga ha pasado gente de todas partes con todo tipo de intenciones. Pues cómo iban a ser menos los franceses. Y es que hay varias calles enteras con edificios al estilo «art nouveau», que de no ser por la cantidad de nieve y el frío, podíamos sentirnos en París paseando por allí. También en Riga tienen una especie de idolatración a los gatos. ¿Como las vacas en la India? Pues parecido. Estoy de broma, pero por una estraña razón tienen gatos por todas partes, sobre todo en estatuas en los tejados y en los imanes de las tiendas de souvenirs. Pero real real no vi ni uno solo, debían estar escondidos por el frío. Una chica me contó que les gustan tanto los gatos porque es un animal que les da suerte.

Gato en tejado
El «falso» café más escondido
Calle «art nouveau»

Esa noche pudimos disfrutar de una famosa cerveza belga: la kwak. Estaba buena, pero mientras le daba tragos y oía el «kwak» de la cerveza chocando con la copa alargada, no pude evitar pensar en mi estrella galicia, siempre fiel a mis principios.

Una de las mejores paradas inesperadas fue una tienda de antigüos mapas soviéticos originales, donde el chico era un verdadero frikazo y nos entretuvo media horita en su tienda, lo cual nos vino genial para recuperar el calor y llevarnos algún qu otro souvenir entre los que estaba un mapa soviético de Madrid. También estuvimos en el mercado central y en un museo sobre los judíos que vivieron en Riga durante la época nazi. Fue muy impactante. Ojalá jamás olvidemos la historia y utilicemos los errores pasados para aprender de ellos.

Tienda de mapas soviéticos
Vistas desde el edificio de Stalin (Ahora se llama Academia de Ciencias). Se ve el rio Daugava y el Mercado Central
Museo homenaje a los judíos que vivieron en Riga

Me quedo también con los paseos congelados al lado del río Daugava. Congelado el río, congeladas las aceras, congelados los carteles y congelados nosotros. Pero me quedo sobre todo con la tan buena compañía que he tenido en este viaje, los momentos y las risas que me han regalado en estos primeros días con 22 añitos. Gracias amigos! Gracias Riga!

Pedro, Celia y Carmen 🙂

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Avatar de celiacmr celiacmr dice:

    Qué fantástico reportaje sobre Riga! Me apunto todas las recomendaciones para mi futuro viaje. Qué hotel me recomendarías basándote en tu propia experiencia? Muchas gracias, Carmen.

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