OSLO:
Escucharé tu nombre y mi corazón temblará.
Llegué a tí un 11 de Agosto, con un calor de mil demonios. Marta a mi vera. A mí me han engañado, esto parce el Sáhara. Ay pequeña, prepárate pa lo que viene.
Qué ciudad tan bonita. Bueno, no sé si me gusta. Las casa de madera son una monada, pero hay una mezcla entre moderno y retro que no acabo de pillar.
Primer botellón en el parque San Haugens. Polacos que no volví a ver, Rosita aparece en mi vida, qué chica tan maja. Marta cumple 21 años y conoce a unos tíos muy altos y muy delgaos vestidos de empresarios. Yo me mantengo al margen.
Isla y playita Hovedoya. Muchos españoles, concierto de Manu Chao. Quiero ir, y resulta q ese amigo de Marta tan alto también, se llama Manu, casualidades de la vida. Me pego a él como lapa. Joan viene con nosotros. El maldito Manu Chao va perjudicao y está cantando todo el rato la misma canción. ¡La de me gustas tú! Ni puto caso.
Más playitas. Judit y Eli. Judit está loca y le gusta el deporte. Eli es muy mona y mide lo mismo que yo.
Harald V y la orquesta filarmonica me hizo conocer al resto de peñita. Enfrente del Palacio Real. Concierto al aire libre. Está petado de gente, y eso que hemos llegado hora y media antes para coger sitio. Me siento al lado de Gemma y Pau. Intento fumarme un cigarro para que el tiempo de espera pase más rápido. La señora de al lado no me deja porque se piensa que es un porro. En este país no han visto en su vida tabaco de liar. No me queda más remedio que hablar con mis dos nuevos amigos. Qué majos por favor. Gemma me hace mucha gracia.
Empieza la orquesta. Un calvo se pone de pie y no nos deja ver nada.
Termina la orquesta, acompaño a estas dos personitas cerca de su casa. Paso por primera vez por Grunerloka, o grunerlorca, como lo llamaré yo los siguientes cuatro meses.
Voy a un bar a la orilla del río Akerselva. Luces de colores, música… Conozco a Greg y a Fruzzie, qué guapos son los dos. Qué noche tan divertida.
Hiking hiking hiking. Vetakollen. Javi e Ignacio. Qué personas tan bonitas. Cena de tacos. Empiezo a pensar que esta gente de verdad van a ser mis amigos en estos cuatro meses.
Más playa, hay que aprovechar ahora que estamos por encima de 0 grados. Never have I ever. Never have I ever by groups. Laia es maravillosa. Es tan yo en temas del amor.
Primer viaje. Sjoa. Trolls. Vikingos. Iglesias de madera. Jotunheim. Parece un sueño. Vuelvo a casa, y me doy cuenta de que ya estoy empezando a llamar casa a esa cuidad tan «sin más» que es Oslo.
Stavanger. Me ofrezco para ir en el techno car. Menudo infierno. Ahora posiblemente de las mejores decisiones de mi vida. Nuestro coche parece un chiste: va una italiana, un alemán, un francés, un belga y una española. 7 horas de techno sin pausa. A la cuarta hora ya le estoy pidiendo a Manu que me ponga dirty techno.
Preikestolen. Gemma: fuck fuck fuck fuck. Max hace unas fotos increíbles. Qué majo Max.
Bergen. Viajecito con las marujas. Mis niñas. Las quiero tanto… Fiordos fiordos y más fiordos.
Vuelta a Oslo. Me está empezando a parecer acogedor. Extraño en una cuidad tan fría.
Steinderud, Majourstuen, Bogstadveien, Karl Johans, Jerbanetorget, Toyen, Trondheimsveien 27. Esta última se convierte en la zona más frecuentada en mis noches por Oslo.
Vienen los primos. Les enseño Gressholmen. Vivimos en Gressholmen. Muchas historias de miedo. Me río mucho con ellos, tanto que creo q todos los días me hacía pis encima. Me encanta mi familia. Me hacen ser más fuerte. Tuk Tuk. Que no Laura, que se dice Tusen tak. Durunelokiss. Lávate los pies. El metro viene en na. Juan, Guille, Belén, Laura, gracias. Me hicisteis recuperar un poco de calidez que ya estaba empezando a perder. Días preciosos. Cabaña con Belén. Buenas charlas. Alarmas de incendios.
Después de los primos el frío empezó en serio, al igual que la oscuridad. Pero estábamos preparados para afrontarlo.
Geiranger. Muchas cascadas. Otros hikings. Gemma shit shit shit. Empiezo a ver a Andreas con otros ojos. Solo mirarle y me hace reír. Andreas I love you. Hot dogs everywhere. Di mi permiso a Manu para forzar la ventana de la cabaña. Max, mi único amigo con cerebro, sacó una navaja y desatorinilló y atornilló 12 tornillos y todos pudimos dormir a salvo. Menuda cabeza loca la mía.
Y otra vez estamos de vuelta, mi querido Oslo. ¿Qué es lo que más te gusta de Noruega? Salir de Oslo. Todo menos Oslo. ¿Seguro? Oslo se ríe de mí, me confunde, a veces lo odio, a veces encuentro cosas chulas. No me estoy enterando de nada Oslo. ¿Qué eres?
Cojo de costumbre pasear sola por la ópera, a la orilla del mar. Los atardeceres ahí son los mismos colores que el cuadro del grito del Munch. Oslo tiene un arte extraño. Depresivo, me transmite agobio, pero a la vez siento muy dentro de mí ese arte. ¿La gente de Oslo estáis todos deprimidos? ¿Estaré yo también deprimida? ¿Debería tomarme la vitamina D?
No.
Elena viene a verme los días perfectos, pues me quedaba sola en Oslo. Le hago un intento de tour por la cuidad. Mientras lo hago me doy cuenta de lo que quiero a Oslo, lo que te quiero Oslo. Me has dado momentos, que ahora son recuerdos, en cada una de tus esquinas, tus bancos, tus calles, tus tejados… Ahora te empiezo a mirar con ternura. Quizá sí me gustes.
Fiestas de techno, callejones mágicos, hot dogs, tiendas vintage… Todo es gratis, si quieres. Solo al vecino de Manu le confesé que le debía dinero. El amor es ciego.
Más visitas: Javi. Al ser la última, se que posiblemente algunos sitios los vea por última vez. Adiós parque de las estatuas, adiós Gressholmen, adiós al waffle noruego que sólo puedo permitirme si vienen visitas. Empieza la nieve. Mucha, muchísima nieve. Rutas por las cabañas. Yo pensaba que me había vuelto una vikinga, pero el maldito de Javi siempre va 50 pasos por delante mía.
Le hablo a Javi de Oslo. De lo que me gusta. Los pelos de punta. ¿En qué momento ha pasado esto?
Oslo me ve cumplir años. Fiesta gitana de 3 días de cumple. No se ni cuantos años tengo. El mejor after de mi vida. Hace que me empiece a gustar aún más el techno, la ropa vintage, el jersey que llevaba el dj. Otra noche en la cabaña, esta sí que será la última. Pero no había podido ser mejor. Give me my weed. Tocamos la guitarra. Los amigos franceses de Greg son majisimos. Nos fuimos a dormir 15 personas y nos despertamos solo 4. ¿Ha sido todo un sueño?
Semanita intensa de estudio. Ya era hora. Estudio por la mañana y cenitas divertidas por la tarde. Aprovecho para darme paseos melancólicos por las calles de Oslo, ya oliendome el final de esta aventura.
Miro a mis amigos estudiar. ¿Cómo puedes querer tanto a alguien en 4 meses?
Y ya llega el último viaje. El momento que llevamos preparando casi desde que llegamos. ¿Cómo hemos llegado tan rápido a estas fechas?
Menudo madrugón. Insospechadamente, Manu y Rosita llegan puntuales.
Todo nevao nevao. No sale el sol. Pero hay una luz anaranjada durante 3 horas al día que con el blanco de la nieve queda precioso. Y la luna siempre en el cielo, además una luna llena enorme. Eso sí, – 20°C. Bienvenidos a Tromso.
El casoplón que nos toca tremendo. Pero fuck Claudia bitch. Espero que se solucione y no haya que pagarle indemnización. Los días ahí pasaron volando, viví todo a flor de piel, pues siempre tenía en mente que eran mis últimos momentos con mis amigos.
Patinamos sobre hielo, unos huskis adorables nos llevaron en trineo, fuimos a la piscina más chula del mundo. Y y y y vimos auroras!!! Y qué auroras! Aún nos recuerdo gritando en la calle y correr para juntarnos y poder verlas todos juntos. Fue bonito ver que unos completos desconocidos que éramos hace meses, ahora se buscaban para estar juntos compartiendo ese momento.
Después de hacernos con media tienda de souvenirs, vuelta a la realidad. Y sí, Oslo era mi realidad. Ojalá lo siguiera siendo. Llegan unos días duros. Ahora todo son cenas de despedida, lloros y notas furtivas (o no tanto) de amor debajo de las puertas.
Se va Andreas. Le regalo unos souvenirs para su madre. Lloro, lloramos todos, llora gente que jamás me hubiera imaginado que tuvieran lágrimas dentro de su cuerpo.
Se van Manu y Rosita. Cómo les quiero, cómo me gustan. Nos abrazamos. Rosita me besa en la frente. Ojalá fuera mi hermana mayor, pienso. Manu me da un abrazo, y 2 segundos después estoy tumbada en la nieve. El cabrón lo ha vuelto a hacer. Buena suerte con vuestra aventura chicos!
Se va Greg. Un amigo, un buen amigo. Dice que está acostumbrado a las despedidas, pero sé que esta hace que su corazón llore un poquito. Más te vale verme y enseñarme sitios desconocidos en Madrid.
Y nos vamos Marta y yo.
No queremos lloros esta noche. Bailamos toda la noche y, hasta el último momento, no dejamos de descubrir sitios nuevos en Oslo. Al final, en eso se ha basado nuestra aventura aquí. Descubrir, encontrar, encontrarnos.
Mis amigos me acompañan a la estación. Os quiero con todo mi ser. Fumamos, no hubiera sido capaz de decir adiós sin hacerlo.
Flytoget, aeropuerto. 24 horas sin dormir, pero es que cómo dormir con este huracán dentro.
Nos subimos al avión. Tengo el corazón que parece una canción de techno. Quizá no me haya gustado nunca el techno, quizá lo que me gustaba era estar con mis amigos.
Tres horas marcaron la diferencia. En tres horas ya estaba en España. Hacía calor, veía el sol. Intento arreglar la cara que llevo para estar presentable ante mi señora madre. No lo consigo. Parece que llevo 7 días de rave. Quiero llorar. Las lágrimas que he estado aguantando toda la noche empiezan a asomar. No. Me escribo en la mano: sonríe. Marta se despierta. Lleva peor cara que yo aún. Me dice que tiene miedo. Nos damos la mano, le doy una carta que he escrito durante el viaje de avión.
La quiero mucho. Ojalá se de cuenta.
Abrazo a mi madre. Y ya no veo nada más. Todo pasa muy rápido. Parece que Oslo ha sido un sueño. Estamos en el coche hablando, hacemos la compra, me recuerdo que aquí no puedo coger cosas gratis del súper.
48 horas sin dormir. Voy a ver a mis amigos. Casi ni escucho lo que me dicen. Les he echado mucho de menos, y les quiero mucho, pero es tan raro.
También veo a mi familia, tíos, primos. Me dicen muchas cosas, creo que se están riendo de mis rastas. Me limito a sonreír.
Quisiera despertar ya de este estado somnoliento y poder contestar algo más que «bien, mucho frío, paisajes bonitos» cada vez que me preguntan por Noruega. Quizá escribiendo esto a modo desahogo lo consiga.
Estoy deseando descubrir qué ha hecho Oslo en mí. Porque no, no ha sido un sueño, ha sido muy real, y las vivencias no desaparecen como si nada.
Me prometí no ponerme intensita, pero soy Carmen, ¿qué esperabais?
Estoy de vuelta. En Madrid. Vivo aquí, y estaré bien. Pero Oslo, cada vez que escuche tu nombre, mi corazón temblará.
